Cuando hablamos de cirugía secundaria, nos referimos a cualquier procedimiento que se realiza sobre una región previamente intervenida. Se trata de pacientes que ya han sido sometidas a cirugía mamaria y que ahora, por cuestiones diversas, necesitan una segunda intervención.
Ello implica que los tejidos ya han sido manipulados y, por tanto, a las distintas consideraciones previas de una cirugía “virgen” añadimos la variable de “procedimiento previo”. La necesidad de una cirugía secundaria implica, como es lógico, que hay algo que “no está bien”. Esto hace que, para bien o para mal, haya una serie de consideraciones extraordinarias. Puede ser que ciertas maniobras ya no se puedan realizar, que ciertos elementos que utilizaríamos para “proteger” la mama hayan sido incapacitados; debemos tener recursos alternativos. En muchos casos contamos con recursos limitados, es por eso que hay que analizar cada caso con mucho detalle.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que estamos ante un paciente que, por un motivo u otro, viene con un cierto grado de descontento y/o desconfianza por una mala experiencia previa; con miedo a que algo se repita o que algo vuelva a no salir bien. En definitiva, es un paciente que viene a la consulta “condicionada”.
El cirujano debe tener una gran capacidad de evaluar el caso, identificar los problemas y establecer soluciones, determinar qué y cómo actuar y concretar qué se puede conseguir; debe ser capaz de establecer un resultado potencial real, con sentido crítico y autocrítico (discutir incluso su propia opinión para analizar errores); al final es una labor intensa.
Son 4 las variables que debemos tener en cuenta.
- Cirugía compleja por una variable emocional.
- Cirugía compleja por una variable técnica.
- Cirugía compleja por unas expectativas de resultado en muchas ocasiones superiores a las reales.
- Cirugía compleja por la alta carga de responsabilidad ya que desde el momento en que empieza la cirugía secundaria, las acciones del cirujano previo van a difuminarse.
Clasificación de la cirugía mamaria secundaria
1.- Pacientes que han sufrido una complicación por las consideraciones propias de los implantes mamarios.
2.- Pacientes que sufren un deterioro del aspecto de la mama por la simple evolución temporal.
3.- Pacientes que obtienen un mal resultado de la cirugía previa por diferentes causas que responden a errores en la planificación
Errores de Planificación
Aquí debemos diferenciar cinco variables:
- la vía de abordaje
- el plano de colocación del implante
- el tipo de implante
- el tamaño del implante
- la necesidad de realizar pexia y corrección de la posición de las areolas
Uno de los problemas más comunes son las ptosis secundarias (caídas del pecho como resultado de esa cirugía previa). En este caso, acostumbran a existir tres tipos de errores:
- Pacientes con una mama débil en las que el cirujano no ha tenido en cuenta ese hecho y ha “sobrecargado” el pecho sin utilizar medidas compensatorias. Un pecho que podría haberse solventado con un aumento bien planificado, acaba necesitando una pexia en T porque no se interpretó bien la problemática que subyacía.
- Paciente con un pecho ptosico (caído) en las que el cirujano intenta evitar cicatrices. Es un error muy clásico, sabemos que a nadie le gusta tener cicatrices, pero no debemos “sacrificar un resultado en pro de reducir las cicatrices”. Acabaremos haciendo una nueva pexia que, por si fuera poco, posiblemente comportará cicatrices mayores de las que habría necesitado la primera vez.
- Pacientes a las que se les ha realizado una pexia sin tener en cuenta las factores fundamentales que han llevado a la mama a la situación que presentaba. Se ha pretendido que la piel sea la que soporte todo la estructura. Si no ha podido antes, no va a poder hacerlo después; la cirugía no devuelve elasticidad ni la firmeza a la piel; el pecho vuelve a caer, pero esta vez, con cicatrices. Nuevamente deberemos repetir la pexia para solucionar el problema.
Cuando planificamos una cirugía tomamos decisiones para cada una de esas cuestiones y es muy importante tener claro que cada acción conlleva unas consecuencias. No son ni malas ni buenas; hay que saber cuales son esas consecuencias y utilizarlas a nuestro favor. Todos los elementos que participan de la cirugía están interrelacionados.
La mejor estrategia frente a la cirugía secundaria es la buena planificación previa, el conocimiento de las estructuras y las consecuencias de nuestras acciones; todo tiene un qué, un cómo, un quién y un por qué y todo, absolutamente todo, debe tener también un ¿y sí...?
Ante un caso de cirugía secundaria lo que me preocupa y centra mi atención es el por qué; éste me llevará a elaborar una la estrategia quirúrgica que, antes de poner en marcha pasaré por el tamiz del ¿y sí...?
Una paciente, con unas circunstancias específicas, pregunta si es posible un resultado mejor que el que tiene. Abordaremos el problema e intentaremos darle una respuesta clara, coherente, entendible y, sobre todo, real; sin perder de vista la parte emocional ya que estas pacientes ya vienen con una carga emocional importante.