¿Por qué y cuándo se opta por esta opción?
La vaginoplastia por inversión peneana es el procedimiento más habitual, el que clásicamente se ha utilizado. Debemos tomar en consideración que para la creación de un neocanal vaginal es preciso disponer de un tejido que permita “tapizar” ese canal; de no hacerlo así ese canal se colapsará como consecuencia del propio proceso fisiológico de cicatrización; las dos paredes cruentas se “pegarán”.
En la vaginoplastia por inversión peneana, como decimos, el más comúnmente utilizado, utilizaremos la piel del propio pene y escroto como tejido para tapizar ese neocanal vaginal.
El objetivo fundamental es la creación de una vagina funcional y ello requiere la creación de un canal vaginal de suficiente profundidad. Debemos tomar en consideración que un canal vaginal funcional debe tener, como mínimo, 15 cm; la profundidad habitual de una vagina biológica es de 7-8 cm pero ésta tiene una elasticidad mucho mayor que la neovagina que recrearemos.
Es por lo tanto preciso valorar la cantidad de piel de la que se dispone y la calidad de ésta; estos factores determinarán la longitud máxima de canal que puede ser “tapizado” y, por tanto, la profundidad máxima que podemos conseguir. Una vez valoradas las características del pene, así como las dimensiones de la región perineal, el cirujano determinará si la paciente es candidata a la realización de esta técnica.
En resumen, la vaginoplastia por inversión peneana es la técnica de elección cunado la cantidad de piel disponible en pene y escroto serán suficientes para permitir reconstruir una neovagina con suficiente profundidad.
Duración de la Vaginoplastia por inversión peneana.
La cirugía acostumbra a tener una duración de entre 4,5 y 5 horas.
Anestesia para la Vaginoplastia por inversión peneana.
Se realiza bajo anestesia general.
Régimen hospitalario para la Vaginoplastia por inversión peneana.
Por norma general la cirugía requiere que la paciente permanezca ingresada entre 5 y 7 días.
¿En qué consiste la intervención?
En términos generales, el procedimiento consiste, en primer lugar, en la apertura del espacio que albergará la nueva vagina, entre la uretra, por delante, y el recto; posteriormente se utilizará la piel del pene para “tapizar” las paredes del nuevo canal.
La cirugía se inicia con la creación del espacio que ubicará el canal vaginal. Éste se localizará entre la uretra por delante y el canal rectal por detrás. Es la parte más delicada de la cirugía y la que conlleva riesgo de perforación rectal; es este riesgo es el que justifica el proceso preventivo previo de preparación del colon.
Seguidamente se procederá al “vaciado” del pene, se eliminarán todos aquellos elementos que no son necesarios, cuerpos cavernosos, porción distal (final) de cuerpo esponjoso y uretra, testículos y la gran parte del glande. Una porción del glande se respetará junto a los nervios que le aportan sensibilidad, con ella se reconstruirá el clítoris. La parte más proximal de la uretra se respeta tras haberla liberado de los restos de tejido esponjoso. Ambas estructuras serán más tardes posicionadas en una localización más anatómica.
Tras haber vaciado el pene y eliminado los testículos, se procede con el tapizado de la cavidad. Se invierte la piel, como si de un guante se tratara, y se fija en la profundidad del canal. La piel del pene tapiza ahora la neovagina; la piel del escroto permite dar forma a los labios mayores.
Seguidamente, clítoris y uretra serán ubicados en su posición anatómica femenina. El clítoris, gracias a la conservación de los nervios, conserva sensibilidad erógena plena.
Finalmente se suturan todas las estructuras, se cierran las heridas. La paciente tendrá un periné de aspecto totalmente femenino, una vagina de profundidad y anchura suficiente, clítoris sensible y en posición anatómica, uretra funcional (saldrá de quirófano con sonda que deberá mantener durante 15 días); labios mayores carnosos, menores y capuchón. Esta nueva vagina será apta para mantener una actividad sexual plena y sensibilidad suficiente para que estas sean plenas.
¿Cómo evoluciona y cuándo se ven los resultados?
Después de su recuperación, la paciente tendrá una vagina funcional, anatómica y estéticamente similar a la de cualquier mujer.
Tras un par de días en cama, la paciente podrá sentarse y empezar a caminar de forma paulatina. Trascurridos siete días se retirará el taponamiento y se practicará la primera dilatación. Se enseñará a la paciente cómo hacerlo ella misma y, a partir de ese momento, ella deberá realizar esas mismas dilataciones dos o tres veces al día.
La paciente será dada de alta con sonda vesical. Sonda que se mantendrá durante dos semanas más.
Poco a poco la paciente irá progresando con las dilataciones; irá incrementando la profundidad de las mismas y el grosor de los dilatadores empleados; eso permitirá estabilizar el canal y asegurar la funcionalidad plena del canal vaginal.
Con el tiempo, si la paciente mantiene relaciones sexuales de forma “habitual” podrá abandonar las dilataciones, si bien se recomienda que mantenga una cierta frecuencia.