¿En qué consiste la intervención?
Si el objetivo va más allá de la micción bípeda y buscamos unos genitales de aspecto más masculino, con dimensiones anatómicas y que, tras la implantación de una prótesis, permita la penetración, la recomendación no pasará por la metaidoioplastia; será necesario plantear la faloplastia.
Durante la faloplastia utilizaremos tejidos del cuerpo para reconstruir un pene con dimensiones y anatomía masculina. Uno de los factores “limitantes” de la faloplastia es precisamente ese, que la recreación del pene precisa que aportemos tejido de otra parte del cuerpo, ello condicionará de forma ineludible la presencia de cicatrices, hasta cierto punto estigmatizantes, en aquellas zonas de las que los hayamos obtenido.
La zona más comúnmente utilizada, por sus características de piel fina y escaso bello, es el antebrazo. Se modelará previamente el falo, conteniendo la uretra, y se identificarán los vasos y nervios que, con posterioridad, se empalmarán con los vasos y nervios receptores de la región genital. De igual forma, previamente se habrá prolongado la uretra biológica, de forma similar a la técnica empleada en la metaidoioplastia, que será empalmada a la neouretra del falo. Los labios mayores habrán sido movilizados para dar forma a la bolsa escrotal que, preferentemente en un segundo tiempo, albergará los implantes de testículo.
La zona del brazo donde antes se localizaba la piel que ahora forma el falo, será injertada con piel obtenida del muslo contrario. Ello condiciona que el paciente saldrá del quirófano con tres áreas que deben ser tratadas: el propio falo, los injertos del brazo y la herida del muslo. Tras la faloplastia, el paciente saldrá de quirófano portando una sonda vesical y, en la mayoría de los casos, una sonda suprapúbica que permita limitar el flujo de orina por la uretra y, con ello, mantener la neouretra seca durante el proceso de cicatrización.
Tras la cirugía tendremos un falo de dimensiones anatómicas, con sensibilidad erógena, que permitirá la micción de pie y que, tras haber colocado la prótesis, deberá permitir la penetración sexual.
Duración de la Faloplastia.
El procedimiento tiene una duración aproximada de 10 horas
Anestesia para la Faloplastia.
Se realiza bajo anestesia general.
Régimen hospitalario para la Faloplastia.
Por norma general la cirugía requiere que el paciente permanezca ingresado una semana.
¿Cómo evoluciona y cuándo se ven los resultados?
Trascurridos los primeros días de la intervención, en los que el paciente debe permanecer encamado, iniciaremos una deambulación progresía, limitando los esfuerzos y manteniendo las piernas en alto.
Tras una semana será dado de alta; en ese momento las curas son más sencillas y el paciente puede estar en casa, pero aún deberá seguir controles periódicos de las heridas por lo que, en caso de residir lejos, deberá tener en cuenta que prolongará su estancia durante una semana más. A los quince días de la intervención las curas mínimas o inexistentes por lo que ya no será necesario tener controles tan rigurosos.
La sonda suprapúbica, si se llevara, será retirada a los 21 días; se dejará unos días más la sonda vesical, taponada, para normalizar plenamente la dinámica vesical antes de retirar esta última. A partir de este momento el paciente podrá miccionar con normalidad a través del neofalo, la pierna y el brazo estarán curados y solo precisarán ciertas medidas protectoras; el paciente realizar una vida casi completamente normal, excluyendo los esfuerzos y la actividad deportiva que, por norma general podrá retomar al mes y medio de la intervención.