Aumento de pecho (9/16) | Secuelas estéticas de la intervención de aumento de pecho
Cuando hablamos de las posibles secuelas de tipo estético que pueden derivar de una intervención de aumento de pecho hablamos básicamente de la asimetría, el doble surco, el rippling, la mama dinámica y todo lo que hace referencia a las cicatrices.
ASIMETRIA MAMARIA
No tiene mucho misterio describir el concepto de asimetría. Es evidente que hablamos de asimetría cuando las diferencias entre una mama y la otra resultan estéticamente notorias a simple vista.
No hay ninguna mujer que tenga ambas mamas exactamente iguales, como tampoco lo son las orejas, los ojos, las manos o los pies (ningún elemento par en nuestro cuerpo es simétrico respecto a su” compañero”). La cuestión relevante es: ¿esa diferencia es notoria? Hay de todo pero, como es lógico pensar, una diferencia destacable antes de entrar a quirófano debe ser correctamente valorada para procurar enmascararla, reduciendo tanto como sea posible su percepción (no siempre es factible al 100% por cuanto puede deberse a elementos no modificables como la parrilla costal) tras la intervención. Por descontado que una asimetría no perceptible antes no debe ser acrecentada tras la cirugía hasta hacerse visible.
Diferenciemos dos tipos de asimetrías:
- Asimetrías de origen:
Aquellas que, como hemos indicado, están presentes antes de la cirugía. Destacar que hablamos de diferencias perceptibles (areola más alta que la otra, surcos a diferente nivel, distinto volumen, parrilla costal más proyectada…). En términos generales podemos decir que el objetivo es tratar de “maquillar” las diferencias; algunas asimetrías que, con la cirugía, se van a poder disimular con cierta facilidad (diferencia de volumen); otras será algo más complicado (posición de la areola de la mama); otras asimetrías que no se van a poder disimular en su totalidad (localización más excéntrica de una mama o parrilla costal muy dispar por una escoliosis). Cuando la diferencia es estrictamente de volumen, podemos jugar con volúmenes de implantes distintos; si las areolas no están alineadas por la altura, se puede bajar el surco sub-mamario de la mama que presente la areola más baja para hacerla pivotar y que queden a la misma altura; una asimetría costal puede ser compensada jugando con el volumen, proyección y/o posición del implante
Siempre explico a mis pacientes que en realidad lo que hacemos es esconder esa asimetría en otra menos evidente; no la podemos hacer desaparecer como tal sino que maquillamos la asimetría para que estéticamente no se vea o sea menos visible; por lo que es importante que la paciente tenga conocimiento de ello antes de la intervención.
- Asimetrías provocadas tras la intervención:
Ésta es la que consideraríamos secuela post-quirúrgica o “complicación estética”.
Digamos que las asimetrías se producen como consecuencia de que algo se ha desarrollado de forma contraria a lo deseado. Un implante puede bajar más de la cuenta o no hacerlo lo suficiente, una mama puede presentar un comportamiento en el post-operatorio, que provoque una diferencia de tamaño respecto a su vecina o puede no haberse podido compensar de forma plena una asimetría original.
Siempre hay que tener claro que trabajamos con dos estructuras que están una al lado de la otra y, por tanto, puede producirse una asimetría en el resultado por diferencias previas o no. En caso de presentarse tras la cirugía, es muy importante determinar el grado en que éstas se evidencian y las causas que las provocan.
Ante una asimetría postquirúrgica evidenciable es fundamental apuntar que la gran mayoría de las asimetrías son subsanables. En muchas ocasiones éstas se producen como parte de la propia evolución, en el post-operatoria inmediato, y poco a poco se van equilibrando; otras pueden precisar corrección quirúrgica.
Como siempre digo, la información a las pacientes es fundamental: si existen asimetrías previas, hay que explicarlas (la gran mayoría de las pacientes no son conscientes de ello) y si se presentan en el postoperatorio hay que informar de la evolución y las opciones.
DOBLE SURCO O DOUBLE BUBBLE
Hablamos de doble surco, después de una cirugía de aumento de pecho, cuando en la parte baja de la mama (polo inferior) vemos una clara diferenciación de la linea donde se acaba la glándula, por encima, y hasta donde llega el implante, por debajo. Se crea una imagen de duplicidad del surco también conocida como doble burbuja o “Double Bubble” en inglés. En la intervención es común bajar un poquito la posición original del surco mamario, lo que se observa por tanto son dos surcos mamarios, el original y el creado por el implante.
Ello puede ser debido a:
- Una posición inadecuada del implante, demasiado bajo, por lo que éste se “escapa” de forma evidente por debajo de la mama. Esto puede ser debido a que, por debilidad de los tejidos, el implante se desplace hacia abajo tras la cirugía o porque éste ya fue colocado demasiado bajo.
Una excesiva rigidez de los tejidos cutáneo-mamarios hacen que el antiguo surco persista muy marcado y no se integre como se espera en el “nuevo perfil”. La piel y la glándula mamaria juegan un papel muy importante para la integración del implante. En ocasiones es debido a que la mama tiene mucha rigidez porque la glándula es muy fibrosa o como sería el caso de mamas tuberosas, la transición glandula-implante no es todo lo suave que desearíamos, evidenciándose visualmente dónde están uno y otro. En ciertos casos, especialmente en el caso de mamas tuberosas, es tolerable un sutil doble surco en las primeras etapas de evolución que se irá perdiendo conforme la glándula vaya recuperándose del proceso inflamatorio.
Es muy importante trabajar adecuadamente los tejidos y la relación con el implante según las características de cada mama.
En los casos es los que el efecto es notable y resulta inestético debe ser corregido. No es fácil pero puede solucionarse volviendo a intervenir para colocar el implante más arriba o trabajando más la glándula para que se relaje y permita la integración de la prótesis con la glándula, de forma que esa transición no se aprecie.
CICATRICES ANÓMALAS
En primer lugar debemos puntualizar dos detalles:
- No todas las zonas del cuerpo tienen la misma capacidad de cicatrización. En ese sentido, la mama, por norma general, tiene buena calidad cicatricial.
- Las cicatrices como tales no son invisibles, en mayor o menor medida la paciente y aquellas personas que sepan de su existencia, si las buscan, las encontrarán. El detalle importante es localizarlas en la zona que permita disimularlo con mayor facilidad, de esa forma deben resultar imperceptibles a terceras personas.
Hablamos de cicatrización anómala ante aquellas situaciones en que las cicatrices son de peor calidad de la esperada y, por consiguiente, visibles.
- Por un lado tenemos aquellas cicatrices que, por un excesivo estrés quirúrgico o post-operatorio, resultan inestéticas porque se abrieron, expulsaron puntos o, simplemente, no presentan la calidad esperada. En estos casos se plantea rehacer las cicatrices, procedimiento que se practica de forma sencilla con anestesia local.
- Por otro, tenemos lo que conocemos como “cicatrices patológicas”, las hipertróficas y los queloides.
¿De qué hablamos cuando hablamos de cicatrices patológicas?
Básicamente de cicatrices que, por decirlo de forma sencilla, son desproporcionadas con respecto a la lesión que las condicionó, crecen de forma desmedida y, hasta cierto punto, sin control.
Una cicatriz hipertrófica es aquella que ha crecido más de lo debido pero mantiene unos límites coherentes con la herida; es debida a una producción excesiva de fibras del tejido conectivo. Presentan un aspecto rudo, tienen relieve, acostumbran a estar enrojecidas y al tacto son poco elásticas pero su superficie es uniforme y regular.
El queloide es una cicatriz aberrante, mamelonada, sin una clara definición de sus bordes que nada tienen que ver con la herida original (resulta difícil saber dónde estaba localizada). Se debe a un proceso de cicatrización descontrolado. La superficie es irregular, abollonada y tienen un color más amoratado. Es menos habitual en pieles claras que oscuras y, afortunadamente, extremadamente raros en la mama, que tiene una piel fina, con poca dermis, y elástica.
¿Qué ocurre si tengo una mala cicatrización y presento una cicatriz hipertrófica o un queloide?
La cicatrización patológica es muy rara en el aumento mamario; la piel es fina, elástica, tiene una dermis delgada y, salvo en contadas ocasiones, la tensión soportada por la cicatriz es limitada. La cicatriz hipertrófica puede verse, aunque poco, en las pexias y reducciones donde la tensión a la que sometemos las heridas durante los primeras etapas es elevada; queloides, en la mama, se ven muy, muy pocos (casi todos en pacientes de raza negra, india, amerindia..)
El tratamiento depende de cada caso. A pesar de que pudiera parecerse lo contrario, intentar eliminarlas no es la solución, el riesgo de recidiva, incluso empeoramiento, es alto. En el caso de las hipertróficas, lo habitual es empezar con tratamiento local con corticoides, estos consiguen frenar y estabilizar esa cicatrización descontrolada, aplanan la cicatriz y la blanquean; no consiguen hacerla más fina pero si mucho más estética.
En el caso de los queloides, si la localización lo permite, se pueden tratar también con corticoides pero, en la mayoría de ocasiones la opción es la exéresis, a veces parcial, de la lesión seguido de tratamientos destinados al control de la nueva cicatriz: corticoides, magnetoterapia o la, hoy muy utilizada, radioterapia.
Aunque hemos hablado extensamente de ellas, repito, son altamente infrecuentes en cirugía mamaria en general y de aumento en particular. En la inmensa mayoría de casos las cicatrices nos deben preocupar poco o nada; localizadas en zonas estratégicas y con buena calidad, las cicatrices deben suponer una fuente menor de preocupación.
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