Mastopexia con protesis | Parte 1 de 5
Hoy vamos a hablar de uno de los temas más controvertidos en el mundo de la cirugía mamaria y que muchas veces resulta chocante para las pacientes, generando gran número de preguntas por parte de pacientes que solicitan directamente información sobre esta cirugía o de pacientes que han oído hablar de ella; incluso entre los profesionales existe cierto debate.
Estamos hablando del controvertido tema del uso de implantes mamarios en la mamoplastia de reducción, reducción de pecho o, como más me gusta llamarla, mastopexia de reducción.
Reconozco que, a priori, puede resultar un tanto extraño y acepto que, desde el punto de vista conceptual, suena un poco impactante el hecho de que estemos hablando con una paciente que se quiere reducir el pecho y le planteemos la utilización de una prótesis. En este caso, el matiz importante es que el implante no está para aportar volumen, está para sustituirlo.
Lo que pretendemos con este post es dejar claros algunos conceptos, no con la intención de convencer a nadie sobre una opción u otra, sino para asentar un poco la cuestión. De hecho no hay una opción mejor que otra, como veremos cuando desarrollemos el tema; lo importante es entender el porqué para poder juzgar con mayor perspectiva la información que se nos brinda. A partir de aquí, como siempre os digo, cada caso es distinto y debe valorarse de forma individual.
Lo primero que tenemos que entender cuando confrontamos la reducción de mama con la utilización de implantes son dos conceptos que luego desarrollamos un poco más:
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La utilización de implantes es una opción más; no es “la única opción”
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La utilización de implantes no implica ni significa que el resultado vaya a ser mejor en términos inmediatos
La mastopexia con prótesis es una opción en la reducción de pecho, pero no es la única.
Ni se trata de una indicación específica ni de una verdad absoluta. Ante una mastopexia de reducción, los implantes se plantean como una alternativa, tiene sus porqués, sus razones de ser, y como tal debe ser sopesada.
Por descontado tiene su indicación y no está planteable en todos los casos, ni lo está con la misma “intensidad”. Su recomendación no implica que no optar por utilizar prótesis sea un error
En definitiva, es una alternativa a considerar teniendo en cuenta cada caso, sus pros y sus contras.
La mastopexia con prótesis no es una cuestión del resultado, la diferencia está en el envejecimiento.
Cuando la recomendación es la de utilizar los implantes, trato de dejar claro que no significa que el resultado vaya a ser mejor, ni será peor por no optar por las prótesis; de hecho, el resultado postoperatorio inmediato debería ser igual. Cierto es que, si analizamos los casos en profundidad, puede haber alguno en el que la utilización de implantes, o no, pueda dar resultados distintos, pero en este post estamos hablando en términos generales, por lo que no entraremos en esos matices.
La lógica del implante, en el caso de reducción de mama, no es tanto que el resultado vaya a ser mejor, será la evolución del resultado a largo plazo la que sea distinta. Y ojo hablo de “distinta”, tampoco de “mejor ni peor”. No se trata de que la mama vaya a envejecer mejor o peor por el uso o no uso del implante; envejecerá de forma distinta. El implante nos aporta estabilidad evolutiva, por lo que, por decirlo de alguna forma, los efectos del paso del tiempo serán más predecibles. Al final, conceptos como “mejor” o “pero” están sujetos condicionados a la percepción individual de cada uno de nosotros (lo que para uno es bueno, para otro puede no serlo tanto) y a las circunstancias globales de cada paciente. No es una verdad absoluta que el envejecimiento en un sentido u otro tenga que ser mejor o peor.
Digamos que el envejecimiento de la mama, en general, se objetiva como la pérdida de volumen relativo en el polo superior por desplazamiento de éste hacia el polo inferior del pecho. Esa tendencia es la que, como veremos más adelante, se ve ralentizada gracias al uso del implante y, frente a ella, debemos oponer el hecho que las mamas grandes (pesadas) presentan, como consecuencia del mayor deterioro de sus tejidos, una mayor tendencia a “vaciarse”; esa es la clave de todo. Al final, dependerá de la perspectiva de envejecimiento que tengamos (paciente joven o mayor), de la calidad de los tejidos (calidad del tejido mamario, de la piel), del deseo de la paciente…
En definitiva, lo que nos da el implante es un envejecimiento más estable o dicho de otra manera, un deterioro más lento del resultado y por lo tanto, más duradero.
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